En 1992, el lema "Es la economía, estúpido" llevó a Bill Clinton a la presidencia. Aunque George Bush padre tenía popularidad por el fin de la Guerra Fría y la victoria en la operación Tormenta del Desierto, Clinton se enfocó en la economía y ganó. Hoy, la economía sigue siendo crucial, pero en una competencia donde ninguno de los candidatos es muy popular, buscan todo el apoyo posible, incluso de los entusiastas de las criptomonedas que antes rechazaban.
Una encuesta reciente muestra que alrededor de 52 millones de estadounidenses poseen criptomonedas, lo que equivale a un tercio de los votantes de 2020. Esta cantidad de personas ha llevado a Donald Trump y Kamala Harris a intentar atraer a este grupo.
El cambio más grande ha sido el de Trump, quien en 2019 criticaba al bitcoin por ser volátil y facilitar actividades ilegales. Ahora, se ha convertido en el "cripto-candidato" y acepta donaciones en criptomonedas, además de vender NFT para recaudar fondos. Aunque promete convertir a EE.UU. en un centro global del bitcoin, no ha dado detalles sobre cómo lo hará.
Por otro lado, Harris también ha mostrado una postura más abierta hacia las criptomonedas y la inteligencia artificial, viendo en ellas una oportunidad económica. El empresario Mark Cuban ha dicho que el equipo de Harris parece dispuesto a regular el sector más que la administración actual.
El apoyo a los candidatos ha cambiado, con figuras del mundo tecnológico como Ben Horowitz, que antes apoyaban a Trump, ahora respaldando a Harris. Esto ocurre en un contexto donde las empresas de criptomonedas han donado grandes sumas a ambos candidatos, buscando influir en la regulación del sector.