República Dominicana enfrenta un desafío significativo en su sector energético, con una demanda creciente que requiere atención inmediata. El director del Instituto de Energía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, José Luis Moreno San Juan, destaca la necesidad de 780 megavatios adicionales para estabilizar el sistema y evitar apagones. En este artículo, exploraremos las proyecciones energéticas del país, las causas del déficit actual y las recomendaciones para una planificación efectiva.
En el contexto actual, la proyección de una demanda de 4,000 megavatios para el próximo año ha tomado a muchos por sorpresa, ya que esta necesidad se anticipaba para más adelante. Desde el 1 de agosto, la presión sobre la generación se ha intensificado, lo que indica que la situación energética es más apremiante de lo que se había previsto. Esto pone de manifiesto la importancia de contar con reservas adecuadas para garantizar un suministro continuo de energía.
Históricamente, la República Dominicana ha enfrentado desafíos similares, pero el año anterior contaba con una mayor reserva de energía que la que se maneja actualmente. Esto resalta la necesidad de no solo reaccionar ante la crisis, sino de anticiparse a ella mediante una planificación estratégica. La recomendación de Moreno San Juan es clara: se debe iniciar la licitación de compra de energía este año, asegurando que siempre exista una oferta que supere la demanda.
La planificación energética no puede limitarse a un año; es fundamental establecer una visión a cinco años vista. Esto implica que cada año se realicen licitaciones tanto para energías renovables como para combustibles fósiles. La instalación de generación de energía térmica es crucial para crear las reservas necesarias que actualmente faltan. Sin este enfoque proactivo, el país corre el riesgo de enfrentar apagones recurrentes y una inestabilidad energética que podría afectar diversos sectores económicos.
Uno de los factores que contribuyen al déficit energético es la salida de operación de grandes plantas, como AES Dominicana o Punta Catalina. La falta de reservas suficientes para cubrir estas salidas ha demostrado ser un punto débil en el sistema. Además, el retraso en la incorporación de nuevas plantas, como la Energía 2000, prevista para el medio del año, ha exacerbado la situación. La entrada de otras plantas, como Energía IV en San Pedro de Macorís, se espera con expectativas, aunque su capacidad es limitada.
A pesar de que las nuevas incorporaciones representan un alivio, es evidente que no son suficientes para resolver el déficit actual. Las proyecciones deben ser realistas y considerar no solo las plantas en construcción, sino también el mantenimiento y la operatividad de las instalaciones existentes. La falta de reservas y los retrasos en la puesta en marcha de nuevas plantas son un recordatorio de la fragilidad del sistema energético dominicano.
En conclusión, la situación energética en República Dominicana exige una atención urgente y una planificación estratégica a largo plazo. La necesidad de 780 megavatios adicionales es solo la punta del iceberg de un problema más complejo. La capacidad de respuesta del país dependerá de su habilidad para anticiparse a la demanda y diversificar sus fuentes de energía, garantizando así un suministro estable y sostenible para el futuro.
La energía es un pilar fundamental para el desarrollo de cualquier nación. Al abordar las necesidades actuales y futuras con una planificación adecuada, República Dominicana puede no solo evitar apagones, sino también impulsar su crecimiento económico y social en el largo plazo.